El texto que elaboré se puede definir como un texto facticio en términos de Albert Chillón. Está elaborado a partir de una introducción clásica, con información documentada, y 8 pequeños capítulos, tres de los cuales funcionan como ficción, en los que elaboré una suerte de reconstrucción de diálogos que podrían haber ocurrido, es decir, un tratamiento que el autor citado definiría como fabulador.
Además, agregué en los capítulos restantes información documentada, como modo de situar al lector en la historia: “Para cohesionar los múltiples testimonios se hacen esporádicas intervenciones con las que se indican los cambios de tiempo y espacio, se proporciona al lector informaciones de contexto, se atan los cabos sueltos del relato o bien se introducen consideraciones y comentarios autoriales”(1)
El texto combina entonces elementos fabuladores o ficcionales, elementos documentales y autoriales (en los últimos dos capítulos)
Elegí ordenar esos elementos de una manera no lineal, a efectos de que la lectura fuese más interesante y también para que cada bloque funcione autónomamente. Así, el texto también responde a una suerte de relato coral, donde aparecen varias voces, reflexiones incluso de los personajes implicados, algunos de los cuales son “entes sin biografía ni personalidad definidas, simples voces desprovistas de corporeidad” (2), en términos de Chillón.
En cuanto al elemento Narración: el texto elaborado funciona más como una selección que como un reflejo de la realidad. Es un punto de vista que trata de armar una secuencia de sucesos. Se distinguen claramente una introducción, desarrollo y final.
Y en virtud del tema puesto en juego la narrativa “permite a los miembros de una comunidad representar sucesos, pensamientos y emociones, y reflexionar sobre ellos” (4), según Ochs.
Traté de utilizar elementos literarios para describir algunas situaciones, personajes y diálogos. Según lo sugerido por Tomás Eloy Martínez (4) como características de lo que él denomina Nuevo Periodismo.
Por último, me interesaba poder abordar el tema no sólo desde una óptica personal, sino hacer hablar también a otros personajes, de modo que el lector pueda tener una visión más completa sobre los prejuicios, los recursos mediáticos para influir en un proceso penal, las dudas, las imposiciones, y sobre todo, entender cómo a veces la dicotomía culpable-inocente es una zona gris. Sin delimitaciones claras, muchas veces resultado de una construcción, y de una no menor serie de omisiones y negligencias.
Bibliografía
(1) “Literatura y periodismo, una tradición de relaciones promiscuas”; Albert Chillón
(2) Las escrituras facticias y su influjo en el periodismo moderno. Albert Chillón.
(3) El periodismo vuelve a contar historias; Tomás Eloy Martínez; La Nación; 18 de noviembre del 2001
(4) En El discurso como estructura y proceso, OCHS, Elinor Gedisa,2000