Pongo es un cronista. Vivió con Mario Levrero en Montevideo durante varios años, pero en el año 1998 se mudó a Rosario. Aquí recopilaremos informes, notas, crónicas y fotografías.
Para entender el funcionamiento y la importancia del ritmo circadiano, debemos tener en cuenta que: en un ser humano, un patrón de conducta habitual es mantenerse despierto por aproximadamente 16 horas durante el día y dormir 8 horas, todos los días en forma cíclica, es decir lo que se conoce como ritmo circadiano. Este ciclo se inicia en la mañana con la luz solar… Este proceso se conoce como ritmo circadiano del ciclo vigilia-sueño… Existen, entonces, dos procesos claramente determinados, el uno que favorece el sueño, que es el denominado homeostasis del sueño, y el otro que se contrapone y favorece el estado de vigilia, que se ha denominado el proceso circadiano del despertar. (1)
En el siguiente cuadro es posible ver que la probabilidad de caer dormido varía mucho a lo largo del ciclo de temperatura. Hay dos regiones características (zonas prohibidas) en las que es muy difícil dormirse, y otras dos de máxima somnolencia: las marcadas como “siesta” y “zona zombi“. (2)
La función principal de este sistema es la optimización del uso de la energía y de los procesos metabólicos necesarios para el mantenimiento de la vida de un organismo. Los ritmos circadianos son importantes para determinar: los patrones de sueño, la alimentación, actividad hormonal, regeneración celular, los procesos y actividades de los órganos, procesos de desintoxicación. En el trabajador nocturno se produce una desincronización de su ritmo biológico circadiano natural. Esta desincronización se traduce por una mayor predisposición a la fatiga. Otra causa coadyuvante de fatiga es la distorsión cíclica del sueño que sufre el trabajador nocturno, ya que el sueño diurno no tiene las características reparadoras del sueño nocturno. Si a todo esto sumamos los efectos que la desincronización horaria tiene sobre el equilibrio de su vida social y familiar, podemos asegurar que los trastornos que sufre el trabajador de noche son la consecuencia del triple conflicto biológico, laboral y socio-familiar al que está sometido.
Este triple conflicto nos dará el perfil del trabajador a turnos, definido como un desincronizado periódico de su vida social y familiar, que padece una distorsión en la organización cíclica del sueño y que trabaja en horas situadas fuera de su óptimo fisiológico y de sus funciones psicomotrices. (3)
Existen trabajadores cuya jornada laboral se inicia entre las 20 y las 22 hs. Es una minoría casi invisible de miles de trabajadores que se desempeñan en lo que se conoce como trabajo nocturno. Esta modalidad de trabajo produce efectos altamente perjudiciales sobre la salud física y psíquica, ya que altera el ritmo circadiano de las personas.
La inexistencia de estadísticas oficiales hace que esta problemática no vaya a modificarse en un futuro cercano, a pesar de las recomendaciones de la Organización Internacional del trabajo y los estudios científicos que existen al respecto.
El médico rosarino Miguel Angel Tejo trabajó durante veinte años como Jefe de Unidad en numerosos hospitales y clínicas de la ciudad, reconoce que a lo largo de su práctica ha percibido cómo se deteriora el rendimiento físico y psíquico de dichos trabajadores y recomienda que semestralmente se hagan controles para poder nivelar la producción de los neurotransmisores.
Audio completo de la entrevista.
Por su parte, Catalina Frías tiene 37 años, es médica y trabaja en el Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires, cuenta que trabaja durante las noches desde hace 13 años y define esa condición como “devastadora”.
“Mi trabajo no es de noche exclusivo, son 24, 48 o 72 hs corridas, no tengo la ventaja de terminar la noche e irme a dormir como los guardias de seguridad que hacen sólo noches... todo se desgasta en el caso de ellos por la alteración del ritmo circadiano, en el caso nuestro es que además de alterar el ritmo se suma la incapacidad de recuperarte un poco inmediatamente”
Sobre los efectos concretos sobre su salud explica: “en los primeros cuatro años, siendo aún menor de 30, tenía hechos pelotas varios órganos, tengo hipertensión arterial severa, tengo insomnio (debo regular el sueño con medicamentos), tengo dificultad para concentrarme o lograr eutimia o empatía, tengo alteraciones metabólicas, en fin, a nivel cerebral cae toda la producción de neurotransmisores por el estrés crónico, lo cual acelera el envejecimiento y por ello todos los órganos envejecen más rápidamente”.
El testimonio de otro trabajador entrevistado resulta contundente: Guillermo M. se desempeña como nochero en un estacionamiento del radio céntrico de la ciudad de Rosario.
“Hace tres años y medio que trabajo de noche, y la cantidad de horas es de aproximadamente sesenta semanales, duermo mas o menos unas dos o tres horas de noche y el pago es de unos $ 11 la hora”.
Respecto a su rendimiento, cuenta que necesita dormir por la tarde y no dejar pasar esa rutina porque “con el correr de los días mis fuerzas van cayendo y si dejo pasar un día sin dormir siesta lo noto en los últimos días de la semana, llego al viernes con lo ultimo que me queda y caigo casi desmayado… en lo psíquico, me cuesta leer durante largos periodos, tengo mucha dispersión y llegando al fin de semana me pongo mas intolerante, me olvido de muchas cosas que me dicen por falta de atención, me cuesta escuchar”.
Las estadísticas oficiales brillan por su ausencia. En la página del Ministerio de Trabajo de la Nación no sólo no figuran datos sobre la cantidad de trabajadores en esa condición, ni los efectos sobre la salud, sino que tampoco proporcionan datos a quien lo requiera. Existen sin embargo numerosos estudios científicos sobre el ritmo circadiano y su importancia en la regulación de la salud física y psíquica de las personas.
Además, hay varios convenios colectivos que limitan la cantidad de horas que un trabajador nocturno debería cumplir, que en la práctica no se cumplen y en muchos casos se desconocen. La nocturnidad y la turnicidad (o trabajo por turnos) generan un debilitamiento y un deterioro en la salud que no son tenidos en cuenta como un patrón a modificar, pero que deben hacerse cada vez más visibles por diferentes medios. La Organización Internacional del Trabajo, en su recomendación número 178, establece la necesidad de reducir las jornadas de los trabajadores nocturnos y que esta modalidad, a partir de los 40 años, sea de carácter voluntario. (1)
En una investigación, de las pocas que existen en nuestro país, titulada “Trabajo nocturno y por turnos en una empresa recuperada” (2), las investigadoras Marta Panaia y Fabiana Bocchiccio explican que el promedio de horas trabajadas es de 11 horas diarias y “los trabajadores no recuerdan la cantidad de horas que trabajan, se miran, se preguntan entre ellos cuántas horas trabajaron la semana pasada…”
Sin embargo, explican que en este tipo de empresas la percepción de la autoexplotación se ve minimizada por un discurso heroico vinculado con el proceso de recuperación del empleo que implica este tipo de experiencias. La conclusión es rotunda: “Las enfermedades profesionales y accidentes de trabajo derivados de este contexto deben ser vistas como daños asociados directamente y condicionados por la deficiencia y/o inexistencia de un paraguas de contención para estas especificidades producto de un proceso de exclusión social.”
El diputado socialista Alfredo Palacios, expresaba ya a comienzos del siglo XX: "la fatiga del trabajador tiene una relación directa con el medio en que trabaja como los ruidos, el aire viciado, las emanaciones de vapores, etc. Todas esas circunstancias, agregadas a la larga jornada que resta horas al sueño y a la alimentación deficiente, producen un empobrecimiento orgánico, una destrucción progresiva de los tejidos, una verdadera saturación y cansancio, que coloca al organismo en condiciones de mínima”.
Los testimonios recogidos y los estudios citados permiten afirmar que el índice de desempleo es una cifra que no agota la problemática del trabajo; en el cuerpo de los trabajadores nocturnos y por turnos hay signos de una precarización lenta pero evidente, de condiciones insalubres, pero normalizadas y asumidas como naturales.
Consecuencias inerciales de la flexibilización laboral iniciada en la década de los 90’, en el presente de estos trabajadores no se vislumbra cercana la posibilidad de implementar reducciones horarias, o algunas de las directrices de la Organización Internacional del Trabajo. Mientras tanto, se sigue trabajando –como se puede- en el ritmo de la noche.
Gervasio Monchietti
Fuentes de información.
1) Documentos de la Organización Internacional del Trabajo, R-178 Recomendación sobre el trabajo nocturno, 1990.
2) Trabajo nocturno y trabajo por turnos en una empresa recuperada.
Panaia, Marta; Bocchicchio, Fabiana. (Conicet – Instituto Gino Germani)
- Análisis de salud en diferentes condiciones de trabajo a través de variables psicológicas y variables biomédicas. Escamilla Castro, J.M.; Domínguez Reina, J.L.; Prieto Tomé, M.T.; Martín Jimenez, C. Publicación sobre Prevención de Riesgos Laborales, España, 2008.
- Bases anatómicas y fisiológicas del sueño, Dr. Rafael I. Aguirre-Navarrete. Revista Ecuatoriana de Neurología Vol. 15, No 2-3, 2007
lunes, 28 de noviembre de 2011
El ritmo de la noche
Investigar sobre las condiciones de trabajo en Argentina, cuando el índice de desempleo oscila entre 7 y 8 puntos según las estadísticas oficiales parece una actividad innecesaria. Sin embargo los índices de medición suelen ser cifras abstractas. El periodismo debe poder dar cuenta de las falacias en las que caen esas estadísticas, mostrando las consecuencias del proceso de flexibilización y precarización laboral que exceden el marco de la estadística.
Existen dos modos de organización del tiempo de trabajo que no sólo son habituales y están completamente normalizados entre la masa de trabajadores, cuyos efectos sobre la salud muchas veces son desconocidos y hasta sobreestimados no sólo por los propios trabajadores sino también por los empleadores e incluso las autoridades sindicales y políticas. Esos dos modos son la turnicidad o trabajo por turnos, y la nocturnidad.
Según la Resolución 178 de la Organización Internacional del Trabajo “la expresión trabajo nocturnodesigna todo trabajo que se realice durante un período de por lo menos siete horas consecutivas, que abarque el intervalo comprendido entre medianoche y las cinco de la mañana y que será determinado por la autoridad competente previa consulta con las organizaciones más representativas de empleadores y de trabajadores o por medio de convenios colectivos”
En nuestro país, las jornadas laborales de trabajo nocturno comienzan en muchos casos a las 22, y terminan entre las 6 y las 8 de la mañana. Trabajadores de la salud (enfermeros, médicos), empleados de estacionamientos y estaciones de servicios, operarios telefónicos de distintos tipos de servicio (peajes, grúas, asistencia telefónica 24 hs.) y operarios de fábricas, entre muchos otros, tienen jornadas laborales que oscilan entre 8 y 14 horas.
Algunas consecuencias del trabajo nocturno pueden observarse en este informe audiovisual.
En la página del Ministerio de Trabajo de la Nación existe un apartado específico dedicado a estadísticas laborales e índices. No sólo no hay datos sobre la cantidad de trabajadores en condición de nocturnidad o turnicidad, sino que ante un llamado efectuado a dicho ministerio me informaron que no poseían otra estadística que la que allí figura.
La investigación se centró entonces en tres entrevistas y en textos de investigación científica y periodística sobre el tema. Se entrevistó al Dr. Miguel Ángel Tejo, quien se desempeñó durante veinte años como Jefe de Unidad en varios hospitales de la ciudad de Rosario, a la Dra. Catalina Farías, que se desempeña como Médica de Guardia en el Hospital de Clínicas de la ciudad de Buenos Aires y a Guillermo M. que trabaja desde hace casi tres años como empleado en un garage céntrico de la ciudad de Rosario.
El Dr. Tejo explicó que “habiendo trabajado con personal de enfermería en distintos lugares sanatoriales y hospitalarios, se ha visto un deterioro en su salud física y psíquica. Tiene que ver con esto que a través de la historia, tenemos un ritmo circadiano: por más que la persona duerma de día, los elementos neuroconductores se segregan de noche. Esa persona durante el día se encuentra en situaciones cercanas a una depresión, porque no ha segregado los elementos que el ritmo circadiano le produce.
Audio de la entrevista con el Dr. Miguel Ángel Tejo
Para entender el funcionamiento y la importancia del ritmo circadiano, debemos tener en cuenta que: En un ser humano, un patrón de conducta habitual es mantenerse despierto por aproximadamente 16 horas durante el día y dormir 8 horas, todos los días en forma cíclica, es decir lo que se conoce como ritmo circadiano. Este ciclo se inicia en la mañana con la luz solar…Este proceso se conoce como ritmo circadiano del ciclo vigilia-sueño… Existen, entonces, dos procesos claramente determinados, el uno que favorece el sueño, que es el denominado homeostasis del sueño, y el otro que se contrapone y favorece el estado de vigilia, que se ha denominado el proceso circadiano del despertar. (1)
Para entender gráficamente este proceso se utilizó también material de la Revista Ecuatoriana de Neurología, y se anexó un nodo a la argumentación final.
El informe V de la OIT en la 76ª reunión 1989 de la Conferencia Internacional del Trabajo sobre el trabajo nocturno refiere la importancia de conocerlos síntomas de intolerancia y desadaptación al trabajo nocturno y tener en cuenta las alteraciones del sueño, trastornos del apetito, enfermedades como la diabetes, epilepsia, psicopatías, etc. y conocer las dificultades de carácter individual o familiar que pueden influir en la adaptación a este tipo de trabajo (2)
La mayor cantidad de estudios sobre esta problemática provienen de Europa en general, y España en particular. De los pocos realizados en Argentina, existe un interesante estudio llamado “Trabajo nocturno y trabajo por turnos en empresas recuperadas, El caso Ghelco”, las investigadoras Marta Panaia y Fabiana Bocchicchio, plantean como propuesta: descubrir las relaciones más generales que definen las características de la salud de este grupo de trabajadores… y cómo se expresan sus consecuencias en los trabajadores” (3)
Contando con estos materiales fue posible arribar a la siguientes conclusiones:
- es posible reconstruir un itinerario de lectura y de testimonios que permiten mostrar al menos una realidad que habitualmente no se ve, la precarización laboral no sólo es consecuencia del maltrato o los bajos salarios, sino también de un deterioro constante en la salud y en las condiciones de desarrollo de la actividad laboral.
- La flexibilidad laboral repercute profundamente sobre las condiciones de existencia y es un campo de investigación que tiene muchas aristas y cifras sin determinar.
- El deterioro de la salud en un proceso del cual el trabajador es consciente, aunque en la mayoría de los casos desconoce la posibilidad de paliar esa situación mediante medicamentos o asistencia psicológica.
- El trabajo nocturno es percibido de un modo diferente en aquellos emprendimientos de autogestión como las empresas recuperadas, donde el nivel de participación y compromiso grupal hace que la situación se acepte como necesaria.
- Es necesario incentivar una mayor cantidad de estudios en este sentido, para intentar al menos que en algún momento se piense seriamente en seguir recomendaciones como las de la OIT en torno a limitar en hasta siete horas la jornada de trabajo nocturno.